martes, 14 de marzo de 2023

Los ciervos

Al amanecer o al atardecer, con su majestuosa cornamenta, los cuervos se aventura por los bosques. Levanta el hocico con precaución para olisquear el aire fresco y luego se aleja con su elegante trote. 

La vista, el oído y el olfato

El ciervo puede ver todo lo que ocurre a su alrededor sin mover la cabeza, puesto que sus ojos están situado a ambos lados de ella. Sin embargo, no distingue con claridad los objetos inmóviles, y parece ser que no percibe los colores. El cuervo tiene un oído y un olfato muy finos. 

El lagrimal 

Debajo de cada uno de sus ojos, posee una glándula que segrega una sustancia espesa que nada tiene que ver con las lagrimas. El cuervo frota sus ojos contra los árboles y los matorrales, y deposita en ellos una sustancia oscura y olorosa para marcar su territorio. 

La boca 

Para comer, el cuervo arranca las plantas con la boca, puesto que no tiene incisivos en la mandíbula superior y no puede cortar la hierba 

La cornamenta 

Todos los machos adultos ostentan grandes astas sobre sus cabezas. Al finalizar el invierno las pierden, aunque estas vuelven a crecer con rapidez. Esta cornamenta se compone de unas astas principales, de las cuales brotan unas puntas más pequeñas. 

El pelaje

Durante el invierno, el cuervo está protegido por un espeso pelaje. Alrededor de su cuellos tiene una hermosa melena que confiere nobleza a su aspecto. Al llegar la primavera esta cálido abrigo es reemplazado por un pelaje más corto. 


Las patas 

Las patas del ciervo son largas y elegantes, y terminan en pezuñas. Por lo general, este animal se desplaza al paso o al trote; solo galopa cuando está asustado. El ciervo, ademas, es un excelente nadador. 





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